sábado, 27 de septiembre de 2014

El Ascenso del Señor Tenebroso

Yo no invente la historia de Harry Potter, su increíble creadora siempre será JK Rowling y nadie más. Yo solo imagino y juego con los personajes que esa diosa creo. ¡Gracias JK Rowling!

¡Disfruten la lectura!

-El primer capítulo se llama-Dijo-El ascenso del señor tenebroso.

Muchos se estremecieron con el título, otros gruñeron detestando la idea de que ese animal que se hace llamar Voldemort ascendiera de poder.

Cuando todo se calmo Dumbledore continuo con la lectura.

Los dos hombres aparecieron de la nada, a unas yardas de distancia en un sendero angosto e iluminado por la luna. Por un segundo se quedaron quietos, apuntándose con las varitas el uno al pecho del otro: luego, habiéndose reconocido, las guardaron bajo sus capas y se pusieron a caminar, lado a lado, en la misma dirección.

Todos en el Gran Comedor tenían la misma pregunta en la cabeza ¿Quiénes eran esos hombres?

- ¿Alguna novedad?-preguntó el más alto de los dos.


-La mejor.-respondió Snape.

-¿Qué haces ahí Quejicus?-Pregunto Sirius viendo al profesor de pociones. James se congelo e su lugar cuando vio con quien hablaba Sirius.

-No lo sé Black, tu memoria es tan corta que no recuerdas que es un libro del futuro.-Dijo Snape burlándose de Sirius.

-Señores compórtense.-Dijo McGonagall con una mirada severa.

Dumbledore se disponía a continuar leyendo pero un grito se lo impidió.

-¿QUE DEMONIOS HACE QUEJICUS EN LA MESA DE LOS PROFESORES?-Grito James a todo pulmón fulminando a Snape con la mirada.

-No es de tu incumbencia Potter.-Dijo con odio, incluso más odio que con el que se dirigía a Harry y eso sorprendió a los estudiantes.

-Claro que me incumbe que un maldito mortifago le de clases a mi hijo!-Dijo James con el mismo odio.

-James cálmate.-Dijo Lily, mirando a su antiguo amigo.

Snape no le había quitado la vista de encima a Lily desde que entro por las puertas del comedor pero cuando su mirada se encontró con la de ella, él la aparto de inmediato mirando a la mesa, no podría soportar ver esos ojos que pensó no volver a ver por lo que él hizo.

-Perdón Lily, pero por favor no me pidas que me calme.-Dijo James con voz contenida, no le gritaría a Lily nunca pero en ese momento estaba furioso.- Sigo esperando Albus, ¿Qué hace ese en la mesa de los profesores?

-James, quiero informarte que confió en Severus totalmen…-Dijo el director

-Sigo sin entender como le puedes tener tanta confianza-Dijo Sirius mirando a Albus.

Antes de que Dumbledore pudiera responder McGonagall intervino.

-Potter y Black si se callan podremos terminar de leer al menos un capitulo.-Dijo mirándolos amenazadoramente.

Los dos hombres se sentaron lentamente pero sin dejar de fulminar a Snape con la mirada, y este no pudo evitar responderles de la misma forma.

El sendero estaba bordeado a la izquierda por matorrales silvestres de lento crecimiento, a la derecha con un alto y pulcramente recortado seto. Las largas capas de los hombres flameaban alrededor de sus tobillos mientras marchaban.


-Aunque podría ser tarde, -dijo Yaxley, sus rasgos fofos entraban y salían de la vista cuando las ramas de los árboles colgantes interrumpían la luz de la luna-. Fue un poco más engañoso de lo que pensaba. Pero espero que esté satisfecho. Pareces confiar en que tu recepción será buena.


Snape asintió, pero no se explicó. Giraron a la derecha, a un amplio camino de acceso en el que desembocaba el sendero. El alto seto se curvaba alejándose de ellos, extendiéndose en la distancia más allá del par de impresionantes verjas de hierro que interrumpían el camino de los hombres. Ninguno de ellos dio un paso; en silencio ambos alzaron sus brazos izquierdos en una especie de saludo y pasaron a través del metal oscuro que era humo.


Los arbustos amortiguaban el sonido de los pasos de los hombres. Se oyó un susurró en algún lugar a su derecha; Yaxley sacó su varita, de nuevo probó no ser nada más que un pavo real blanco, pavoneándose majestuosamente a lo largo de lo alto del seto.


-Lucius siempre se lo tuvo muy creído. Pavos reales… -Yaxley metió su varita de vuelta bajo su capa con un resoplido.

La mayoría de personas en el comedor fijaron su mirada en los Malfoy, especialmente a Lucius.

Una hermosa casa solariega surgió en la oscuridad al final del recto camino, con luces destellando en las ventanas con forma de diamante del piso inferior. En algún lugar del oscuro jardín más allá del seto una fuente estaba en funcionamiento. La grava crujió bajo sus pies cuando Snape y Yaxley se apresuraron hacia la puerta principal, que se abrió hacia adentro ante su aproximación, aunque no había nadie visible que la abriera.

Los Malfoy palidecieron evidentemente, descubriendo que era la descripción de su casa y suponiendo que era el escondite de Voldemort.

El vestíbulo era grande, pobremente iluminado, y suntuosamente decorado, con una magnífica alfombra que cubría la mayor parte del suelo de piedra. Los ojos de los retratos de caras pálidas en las paredes siguieron a Snape y Yaxley mientras los pasaban a grandes zancadas. Los dos hombres se detuvieron ante una pesada puerta de madera que conducía a la siguiente habitación, dudando durante el espacio de un latido de corazón, entonces Snape giró la manilla de bronce.


El estudio estaba lleno de gente silenciosa, sentada a lo largo de una mesa ornamentada. El mobiliario usual de la habitación había sido empujado descuidadamente contra las paredes. La iluminación provenía de un rugiente fuego bajo una hermosa chimenea de mármol trasmontada por una ventana dorada. Snape y Yaxley se demoraron un momento en el umbral. Cuando sus ojos se acostumbraron a la falta de luz, fueron atraídos hacia adelante por los extraños rasgos de la escena de una figura humana aparentemente inconsciente que colgaba bocabajo sobre la mesa, revolviéndose lentamente como suspendida por una cuerda invisible, y reflejada en el espejo y en la desnuda y pulida superficie de la mesa de abajo.

Todo el comedor estaba horrorizado con la imagen mental.

-Que horror, como pueden hacer eso.- Dijo la profesora McGonagall

-Es terrorífico lo sádicos que pueden ser.-Dijo Lily intentando borrar la imagen de su mente. James la abrazo para confortarla.

-No tienen conciencia, solo se preocupan por ellos mismos-Dijo Sirius mirando a su prima preguntándose como termino así.

-Son mortifagos eso es lo que hacen.-Dijo Remus con los ojos oscurecidos por la ira.

-Eso no ayuda mucho.-Dijo Molly angustiada por la persona en la habitación.

Ninguna de las personas sentadas bajo esta singular visión estaba mirándola excepto por un joven pálido sentado casi directamente bajo ella. Parecía incapaz de evitar mirar hacia arriba a cada minuto o así.

-¿Cómo pudiste?-Dijo Narcissa señalando a Lucius acusadoramente- es solo un muchacho, no debería ni siquiera conocer a los animales que tienes como compañeros.-Dijo asombrando a la mayoría de personas en el comedor, pero había personas que sabían que reaccionaria así, por ejemplo Sirius, que savia lo sobre protectora que era su prima con las personas que quería, especialmente con su hijo.

-Perdón.-susurro Lucius sorprendiendo a todo el comedor literalmente, pero él no se fijo en eso, aunque el apoyaba las creencias pura sangre del señor tenebroso, no quería que su hijo fuera un asesinó, no quería que tuviera la vida que el tenia, quería que tuviera una familia y un buen trabajo lejos del peligro. Lucius miraba a Draco preocupado evidentemente, cosa que sorprendió hasta el mismo Draco. Narcissa conociendo a su esposo e imaginando lo que pensaba lo abrazo para confortarlo.

-Yaxley, Snape, -dijo una voz alta y clara desde la cabecera de la mesa-. Llegáis convenientemente tarde.


El que hablaba estaba sentado directamente ante el fuego, así que fue difícil, al principio, para los recién llegados divisar algo más que su silueta. Cuando se acercaron, sin embargo, su cara brilló a través de las sombras, sin pelo, con aspecto de serpiente, con rajas por nariz y brillantes ojos rojos cuyas pupilas eran verticales. Estaba tan pálido que parecía emitir un brillo perlado.

Muchos temblaron con la descripción excepto los que lo vieron después de su regreso, entre ellos Harry.

-Merlín, Voldemort cada vez es menos humano.-Dijo Lily estremeciéndose.

-Él dejo de ser humano hace mucho Lily, eso describe mas a una serpiente en mi opinión.-Dijo Remus asqueado.

-Severus, aquí, -dijo Voldemort, señalando el asiento a su inmediata derecha-. Yaxley… junto a Dolohov.

-Todavía confía en él, siendo la mano derecha de esa bestia.-Dijo James fulminando a Snape con la mirada.

-Señor Potter por favor.-Dijo Dumbledore con calma y tranquilidad como siempre.
James se sentó enojado, preguntándose porque el director negaba lo obvio pero un pequeño beso de Lily y un abrazo lo ayudo a tranquilizarse.

Pero los Malfoy estaban preguntándose como Snape había conseguido ser la mano derecha del señor tenebroso, hasta el mismo Snape se lo preguntaba pero se convenció que si seguía leyendo lo iba a descubrir.

Los dos hombres ocuparon sus lugares asignados. La mayoría de los ojos alrededor de la mesa siguieron a Snape, y estaban posados en él cuando Voldemort habló primero.


-¿Y?


-Mi Señor, La Orden del Fénix tiene intención de trasladar a Harry Potter de su actual lugar seguro el próximo sábado, al anochecer.

-¡ESTAS MUERTO QUEJICUS!-Gritaron Sirius y James al mismo tiempo. Sacaron sus varitas y señalaron a Snape, movimiento que este imito.

-Señores por favor.-Dijo el director con calma pero James no lo dejo continuar.

-NO, Albus, ese imbécil está entregando a mi hijo a ese animal, no me pides que me controle.-Dijo James furioso.

-Si algo le pasa a mi ahijado te juro que te mato Quejicus, voy a volver a Azkaban con una buena excusa esta vez.-Dijo Sirius sin pensar. James se congelo en su lugar y Lily dejo escapar un jadeo.

Las personas del Gran Comedor solo entendieron la mitad, ¿Cómo que con una buena excusa esta vez?

-¿Qué acabas de decir?- Susurro Lily lo más alto que puedo, aunque no fue mucho Sirius la escucho y se dio cuenta de su error.

-Yo…-Sirius no supo que responder. Al oír que no contesto la respuesta, James voltio la cabeza tan rápido que muchos podían jurar que oyeron un click.

-¿Respóndele Canuto?-Dijo con voz contenida.

Sirius se quedo callado sin saber que decir, pasaron unos minutos de silencio y nadie dijo nada hasta que James perdió la paciencia.

-¿EXPLICATE BLACK?-Sirius hizo una mueca, nada bueno pasaba cuando James lo llamaba por su apellido-¿COMÓ ES ESO DE VOLVER A AZKABAN CON UNA BUENA EXCUSA? ¡EXPLICATE!

-James, cálmate, te lo contaremos todo pero cálmate primero.-Dijo Remus con precaución.

-NO ME PIDAS QUE ME CALME.-Grito James cansado de que le digan que se calme.

-Papa, esto no es un tema simple de explicar.-Dijo Harry cuando vio a su padrino retroceder por el grito de James. Lo comprendía, el se pondría así si Ron se alterara tanto.

James respiro lentamente intentando calmarse, cuando ya estaba tranquilo hablo.

-Bueno ya me calme, ¿Qué fue lo que paso?-Dijo asustado por lo que podría oír.

-Bueno creo que deberíamos aprovechar para que se sepa la verdad.-Dijo Dumbledore con la intención de contarle al comedor entero la verdad de fugitivo Sirius Black.

-Todo empezó cuando Lord Voldemort empezó a seguir a los Potter por un motivo que se rebelara en los libros, para la protección de la familia pusimos un encantamiento que ocultaba la casa para los que no sabían de su ubicación. Una persona en especial era el guardián del secreto, el único que lo sabía.
Los Potter pusieron de guardián secreto a Sirius Black y así fue un tiempo hasta que sin decirme a mi o a alguien más, tuvieron la idea de cambiar de guardián y para despistar a los mortifagos y a Voldemort. Todos pensábamos que el guardián era Sirius, a quien habían puesto de guardián secreto era a Peter Pettigrew, quien al tener conocimiento del secreto y la ubicación de la casa, no dudo en decírselo a su señor, Lord Voldemort.-Termino de contar la primera parte Dumbledore.

Muchas personas hicieron muecas al escuchar el nombre, pero todas se peguntaban ¿Que tenía que ver todo esto con un Sirius inocente? Sirius continúo con el relato sentado en la mesa con la mirada perdida, recordando.

-Apenas me entere de lo sucedido corrí hacia la casa de los Potter, cuando entre lo primero que vi fue el cuerpo de cornamenta, de James sin vida.-no pudo hablar más, evitando afectarse con el recuerdo, James hizo una mueca, imaginando que él no lo hubiera soportado si fuera al revés.-Me quede con él un rato hasta que escuche un llanto arriba.-Harry puso mucha atención, Sirius nunca le contó nada de esa noche a excepción de la noche que él descubrió todo.- Corrí lo más rápido que pude, con temor de que le hubiera hecho algo a mi ahijado. Casi me desmayo cuando vi el cuerpo de la pelirroja tirado en el suelo-turno de Lily de hacer una mueca al imaginarse en la situación- me sentí inútil, ahí estaba yo sin poder evitar nada, no pude evitar la muerte de mi mejor amigo, mi hermano, ni la de su esposa que era como mi hermana. Lo único que me dio fuerzas para continuar fue ver a Harry vivo, con una herida en la frente, pero vivo. Deje que Hagrid se fuera en mi moto con Harry y salí en busca de Pettigrew, cuando lo encontré se desespero y mato a esos muggles. Se cortó el dedo y salió corriendo. Cuando llegaron los aurores no me creyeron y tampoco me hicieron un juicio, pase 12 años en Azkaban, no vi a mi ahijado hasta que cumplió sus 13 años.-Dijo Sirius dejando estupefactos a los que no sabían la verdad.

Todo se quedo en silencio hasta que Lily se puso de pie y abrazo a Sirius.

-Perdón, esto es nuestra culpa, por favor perdónanos.-Dijo Lily sollozando en el hombro Sirius.

-No pelirroja, esto no es culpa de ustedes yo nunca debí ir detrás de él, debí quedarme con Harry, además nada hubiera pasado si nunca hubiera sugerido poner a esa rata asquerosa como guardián.-Dijo Sirius.

-No, tu tal vez lo sugeriste pero nosotros lo aceptamos Sirius, así que no te permito que te culpes.-Dijo James con un susurro apenas audible para las personas cercanas.
Sirius voltio a ver a su hermano, después de unos segundos James se puso de pie y abrazo a Sirius. Cuando se separaron ambos sonrieron ampliamente, felices de tenerse para los momentos difíciles de sus vidas, ambos tomaron asiento y ya que nadie comento nada más Dumbledore continuo con la lectura.

El interés alrededor de la mesa se agudizó palpablemente. Algunos se tensa ron, otros se inquietaron, todos miraban fijamente a Snape y Voldemort.


-sábado… al anochecer, -repitió Voldemort. Sus ojos rojos se fijaron en los negros de Snape con tanta intensidad que algunos de los observadores apartaron la mirada, aparentemente temerosos de que ellos mismos resultaran quemados por la ferocidad de la mirada. Snape, sin embargo, devolvió la mirada tranquilamente a la cara de Voldemort y, después de un momento o dos, la boca sin labios de Voldemort se curvó en algo parecido a una sonrisa.

Muchos se estremecieron por esa supuesta sonrisa.

-Bien. Muy bien. Y esta información proviene de…


-… de la fuente que hemos discutido, -dijo Snape.

-Qué fuente es esa Quejicus.-Le pregunto Sirius a Snape

-Creo que ya había dejado claro que no se ya que este libro es del futuro Black, no es tan difícil entenderlo.-Dijo Snape

-Puede que ese libro sea del futuro, pero puede que ya conozcas a esa fuente.-Dijo Sirius con desconfianza.

Antes de que Snape pudiera responder McGonagall intervino.

-Black y Snape cállense o no terminaremos este capítulo nunca.-Dijo cansada de tanta interrupción.

-Mi Señor.

Yaxley se había inclinado hacia adelante para mirar mesa abajo hacia Voldemort y Snape. Todas las caras se giraron hacia él.


-Mi Señor, yo he oído algo diferente.


Yaxley esperó, pero Voldemort habló, así que siguió,


-A Dawlish, el Auror, se le escapó que Potter no será trasladado hasta el día treinta, la noche antes de que el chico cumpla diecisiete.
Snape estaba sonriendo.


-Mi fuente me dijo que plantarían un falso rastro; este debe ser. Ni dudo de que Dawlish esté bajo un Encantamiento Confundus. No sería la primera vez; se sabe que es susceptible.

-No te puedes callar.-Dijo James recordando que Snape quería entregar a su hijo.

-Te aseguro, mi Señor, que Dawlish parecía bastante seguro, -dijo Yaxley.


-Si estaba Confundido, naturalmente que estaría seguro, -dijo Snape-. Yo te aseguro, Yaxley, que la Oficina de Aurores no tomará parte en la protección de Harry Potter. La Orden cree que tenemos infiltrados en el Ministerio.

-Enserio Snape cállate de una buena vez.-Dijo Remus sorprendiendo los estudiantes que lo tuvieron como profesor y a los profesores que siempre lo creyeron el merodeador educado, excepto a James y a Sirius que lo conocían de verdad.
Los merodeadores se rieron de la reacción de los demás.

-Es increíble como el personaje de lindo profesor educado y amable los engaña.-Se burlo Sirius.

-¿Profesor?-pregunto James

-Es verdad, cornamenta es que no sabes nuestro Lunático se convirtió en profesor de Defensa Contra las Artes Oscura.-Dijo Sirius con una gran sonrisa

-Por Merlín Lunático, no puedo creer que te pasaste al lado oscuro.-Dijo James Dramáticamente con la mano en el pecho causando las carcajadas de la mayoría del comedor.

-Espera un momento.-Dijo Fred dándose cuenta de algo.

-No puede ser.-Al parecer George también había descubierto lo mismo que su gemelo.-Lunático.-Dijo

-Canuto y Cornamenta-le siguió George

-Son los merodeadores.-Dijeron los gemelos con un brillo extraño en los ojos.

-Claro-Dijo James

-¿Por qué no nos lo dijeron?-los gemelos vieron acusadoramente a Harry, Sirius y Remus. James estaba indignado.

-Si ¿Por qué no se lo dijeron?-James vio a sus amigos herido.

-Pensábamos que era obvio-Dijo Remus tratando de zafarse del problema notando que ni Harry ni Sirius sabían que decir.

Ninguno se creyó nada pero dejaron pasar el tema cuando vieron la mirada que les enviaba McGonagall.

-La Orden tiene razón en algo entonces, ¿verdad? -dijo un hombre bajo y grueso sentado a corta distancia de Yaxley; soltó una risita silbante que resonó allí y a lo largo de la mesa.

Voldemort no rió. Su mirada había vagado hacia arriba hasta el cuerpo que se revolvía lentamente en lo alto, y parecía estar perdido en sus pensamientos.


-Mi señor, -siguió Yaxley-. Dawlish cree que toda una partida de Aurores se ocupará de trasladar al chico…


Voldemort alzó una larga mano blanca, y Yaxley se calló al instante, observando resentido como Voldemort volvía a girarse hacia Snape.


-¿Dónde van a ocultar al chico a continuación?


-En la casa de un miembro de la Orden, -dijo Snape-. El lugar, según la fuente, ha sido equipado con cada protección que la Orden y el Ministerio juntos han podido proporcionar. Creo que habrá poca oportunidad de cogerle una vez esté allí, mi Señor, a menos, por supuesto, que el Ministerio haya caído antes del próximo Sábado, lo cual podría darnos la oportunidad de descubrir y deshacer los suficientes encantamientos como para romper el resto.

-Cállate ya Severus.-Dijo Lily sorprendiendo a todos en el comedor, claro no a los que ya conocían el carácter de la pelirroja.

-Bien, ¿Yaxley? -llamó Voldemort mesa abajo, la luz del fuego iluminaba extrañamente sus ojos rojos-. ¿Habrá caído el Ministerio para el próximo sábado?
Una vez más, todas las cabezas se giraron. Yaxley cuadró los hombros.


-Mi Señor, tengo buenas noticias sobre ese punto. He… con dificultad y después de grandes esfuerzos… tenido éxito al colocar una Maldición Imperius sobre Pius Thircknesse.

-No puede ser.-correaron varias personas en el comedor.

-El futuro es horrible.-Dijo Molly preocupada por sus hijos.

-El futuro es peor de lo que creí.-Dijo McGonagall horrorizada.

Muchos de los sentados alrededor de Yaxley parecieron impresionados; su vecino, Dolohov, un hombre con una larga y retorcida cara, le palmeó la espalda.


-Es un comienzo, -dijo Voldemort-. Pero Thicknesse es solo un hombre. Scrimgeour debe estar rodeado por nuestra gente antes de que yo actué. Un atentado fallido contra la vida del Ministro me hará retroceder un largo tramo del camino.


-Si… mi Señor, eso es cierto… pero ya sabe, como Jefe del Departamento de Refuerzo de la Ley Mágica, Thicknesse tiene contacto regular no solo con el propio Ministro, sino también con los Jefes de todos los demás departamentos del Ministerio. Será, creo yo, fácil ahora que tenemos a un oficial de tan alto rango bajo nuestro control, subyugar a los otros, y después podemos trabajar todos juntos para someter a Scrimgeour.


-Mientras nuestro amigo Thicknesse no sea descubierto antes de convertir al resto, -dijo Voldemort-. En cualquier caso, parece improbable que el Ministerio vaya a ser mío antes del próximo sábado. Si no podemos tocar al chico en su destino, debemos hacerlo mientras viaja.


-Tenemos ventaja ahí, mi Señor, -dijo Yaxley, que parecía decidido a recibir alguna porción de aprobación-. Ahora tenemos a varias personas plantadas dentro del Departamento de Transporte Mágico. Si Potter se Aparece o utiliza la Red Flu, lo sabremos inmediatamente.


-No harán ninguna de las dos cosas, -dijo Snape- la Orden está esquivando cualquier forma de transporte que esté controlada o regulada por el Ministerios; desconfían de todo lo que tenga que ver con ellos.

-Cállate YA.- Dijeron varias personas en el comedor

-Todavía mejor, -dijo Voldemort-. Tendrá que salir a campo abierto. Más fácil de tomar, con mucho.


De nuevo Voldemort levantó la mirada hacia el cuerpo que se revolvía lentamente mientras seguía.


-Me ocuparé del chico en persona. Se han cometido demasiados errores en lo que a Harry Potter concierne. Algunos de ellos han sido míos. Que Potter viva se debe más a mis errores que a sus triunfos.

Los Potter se tensaron

-Harry ¿cuántas veces te has enfrentado con Voldemort?-Pegunto Lily con voz baja.

-Solo la del año pasado. -Respondió Harry.

-Eso significa que te enfrentaras a él varias veces en el futuro.-Dijo James preocupado por su hijo.

-Bueno, técnicamente también te enfrentaste a él en el primer año cuando quiso robar la piedra y en el segundo año con lo del diario de Tom Riddle- Murmuro Hermione para que solo lo escucharan Harry y Ron.

-Pero ni los padres de Harry ni los míos necesitan saber eso- Dijo Ron

La compañía alrededor de la mesa observaba a Voldemort aprensivamente, cada uno de ellos, por su expresión, temiendo que pudieran ser culpados por la continuada existencia de Harry Potter. Voldemort, sin embargo, parecía estar hablando más para sí mismo que para ninguno de ellos, todavía dirigiéndose al cuerpo inconsciente sobre él.

-He sido descuidado, y así me he visto frustrado por la suerte y la oportunidad, demoledoras de nada más y nada menos que de los planes mejor trazados. Pero ahora soy más listo. Entiendo lo que no entendía antes. Debo ser yo quien mate a Harry Potter, y lo haré.

-¡No dejare que te acerques a mi hijo engendro!-Grito James furioso

-¡A mi ahijado no le tocaras ni un pelo desgraciado!-Secundo Sirius tan furioso como James.

Ante esas palabras, aparentemente en respuesta a ellas, sonó un repentino aullido, un terrible y desgarrador grito de miseria y dolor. Muchos de los sentados ante la mesa miraron hacia abajo, sobresaltados, por el sonido que había parecido surgir de debajo de sus pies.


-Colagusano, -dijo Voldemort

Los merodeadores cerraron los puños con furia.

-Ese Maldita Rata.-Dijo Sirius lanzando llamas por los ojos.

-Ese asqueroso traidor.-Dijo Remus Furioso.

-Sigo sin entender como termino así.-Dijo James decepcionado, sin entender como Peter los pudo traicionar.

Tanto Remus como Sirius conocían a James lo suficiente para saber que no lograba entender como alguien podía traicionar a sus amigos, sabían que para él incluso desconfiar era algo inaceptable. Sirius recordaba cómo había reaccionado James cuando le contó que desconfiaba de Remus, no le había hablado hasta que Lily intervino, pero Sirius nunca lo había visto tan enojado.

-Colagusano, -dijo Voldemort sin cambiar su tono tranquilo y pensativo, y sin apartar los ojos de cuerpo que se removía arriba-. ¿No te he dicho que mantuvieras a nuestro prisionero tranquilo?


-Si, m…mi Señor, -jadeó un hombrecillo en mitad de la mesa, que había estado sentado tan abajo en su silla que ésta había parecido, a primera vista, estar desocupada. Ahora se revolvió en su asiento y salió a toda prisa de la habitación, no dejando tras él nada más que un curioso brillo plateado.

-¿Brillo Plateado?- Se preguntaron Remus, Tonks, Moody, Sirius, James, Lily, Harry y Hermione.

-Como estaba diciendo, -continuó Voldemort, mirando de nuevo a las caras tensas de sus seguidores-. Ahora soy más listo, necesitaré, por ejemplo, tomar prestada la varita de uno de vosotros antes de ir a matar a Potter.


Las caras a su alrededor no mostraron nada menos que sorpresa; podría haber anunciado que quería coger prestado uno de sus brazos.


-¿Ningún voluntario? -dijo Voldemort-. Dejadme ver… Lucius, no veo razón para que sigas teniendo una varita.

En el comedor Lucius palideció visiblemente.

Lucius Malfoy levantó la mirada. Su piel parecía amarillenta y cerosa a la luz del fuego, y sus ojos estaban hundidos y sombríos. Cuando habló, su voz era ronca.

Todos se preguntaban que le había pasado a ese hombre refinado, excepto Sirius, que conocía perfectamente el lugar que causaba esos cambios y se preguntaba como Malfoy mayor había terminado en Azkaban. Narcissa y Draco estaban preocupados preguntándose que había pasado con Lucius.

-¿Mi Señor?


-Tu varita, Lucios. Exijo tu varita.


-Yo…


Malfoy miró de reojo a su esposa, que estaba mirando directamente hacia adelante, tan pálida como él, su largo pelo rubio colgaba por su espalda, pero bajo la mesa sus dedos esbeltos se cerraron brevemente sobre la muñeca de su esposo. Ante su toque, Malfoy metió la mano en la túnica, retirando una varita, y pasándosela a Voldemort, que la sostuvo en alto delante de sus ojos rojos, examinándola atentamente.


-¿Qué es?


-Olmo, mi Señor, -susurró Malfoy.


-¿Y el centro?


-Dragón… nervio de corazón de dragón.


-Bien, -dijo Voldemort. Sacó su propia varita y comparó sus longitudes. Lucius Malfoy hizo un movimiento involuntario; durante una fracción de segundo pareció como si esperara recibir la varita de Voldemort a cambio de la suya. El gesto no le pasó por alto a Voldemort, cuyos ojos se abrieron maliciosamente.

¨Mal movimiento¨ pensaron varias personas en el Gran Comedor. ¨
-¿Darte mi varita, Lucius? ¿Mi varita?


Algunos de los miembros de la multitud rieron.


-Te he dado tu libertad, Lucius, ¿no es suficiente para ti? Pero he notado que tú y tu familia parecéis menos felices que antes… ¿Qué hay en mi presencia en tu casa que te disguste, Lucius?

¿Libertad? Pensaron los mismos que notaron el brillo plateado, los Malfoy y Snape.

-Nada… ¡nada, mi Señor!


-Que mentiroso, Lucius…


La suave voz pareció sisear incluso después de que la cruel boca hubiera dejado de moverse. Uno o dos de los magos apenas reprimieron un estremecimiento cuando el siseo creció en volumen; algo pesado podía oírse deslizándose por el suelo bajo la mesa.


La enorme serpiente emergió para escalar lentamente por la silla de Voldemort. Se alzó, pareciendo interminable, y fue a descansar sobre los hombros de Voldemort; su cuello era más grueso que el muslo de un hombre; sus ojos, con sus rajas verticales por pupilas, no parpadeaban. Voldemort acarició a la criatura ausentemente con largos 
dedos finos, todavía mirando a Lucius Malfoy.

-Al parecer Voldemort se consiguió la pareja perfecta para él, son una par de reptiles.-Dijo James imaginándose a la parejita.

-Preocúpate Quejicus, mira que Voldemort se consiguió una novia antes que tu.-Dijo Sirius causando una carcajada general.

Snape fulmino a Sirius con la mirada.


-¿Por qué los Malfoy parecen tan infelices con su suerte? ¿No es mi retorno, mi ascenso al poder, lo que profesaban desear durante tantos años?


-Por supuesto, mi Señor, -dijo Lucius Malfoy. Su mano temblaba cuando se limpió el sudor del labio superior-. Lo deseábamos… lo deseamos.


A la izquierda de Malfoy su esposa hizo un extraño y rígido asentimiento, sus ojos evitaban a Voldemort y a la serpiente. A su derecha, su hijo, Draco, que había estado mirando fijamente hacia arriba al cuerpo inerte en lo alto, miró rápidamente hacia Voldemort y apartó la mirada una vez más, aterrado de hacer contacto ocular.

Draco se estremeció con la idea de estar allí al frente del señor tenebroso con un montón de mortifagos.

-Mi Señor, -dijo una mujer oscura en mitad de la mesa, su voz sonaba constreñida por la emoción-, es un honor tenerte aquí, en la casa de nuestra familia. No puede haber mayor placer.

-¡NO!-Grito Sirius sobresaltando a varios en el comedor.-Es Bellatrix, mi prima maniática.-Dijo con odio y asco, con notable desprecio hacia su prima.
Narcissa no dijo nada, ella amaba a su hermana pero no la quería cerca de su hijo.

Neville apretó fuertemente los puños, identificando a Bellatrix como la culpable del estado de sus padres.

Sentada junto a su hermana, tan diferente a ella en aspecto, con su pelo oscuro y ojos pesadamente perfilados, como lo era en aguante y comportamiento; donde Narcissa se sentaba rígida e impasible, Bellatrix se inclinaba hacia Voldemort, como si las meras palabras no pudieran demostrar su anhelo de estar más cerca.

-Soy solo yo o eso es asqueroso.-Dijo Sirius con repugnancia.

-Te comprendemos.-Dijeron los merodeadores restantes y los gemelos Weasley con una mueca de asco.

-No hay más alto placer, -repitió Voldemort, su cabeza se inclinó un poco a un lado mientras evaluaba a Bellatrix-. Eso significa mucho, Bellatrix, viniendo de ti.


La cada de ella se llenó de color, sus ojos se inundaron de lágrimas de deleite.


-¡Mi Señor sabe que no dijo más que la verdad!


-No hay más alto placer… ¡ni siquiera comparado con el feliz evento que, según he oído, ha tenido lugar esta semana en tu familia!

-¿Qué paso?-Preguntaron Sirius y Narcissa, pero al notar que hablaron al mismo tiempo se fulminaron con la mirada mutuamente.

Ella le miró, con los labios separados, evidentemente confusa.


-No sé lo que quieres decir, mi Señor.


-Estoy hablando de tu sobrina, Bellatrix. Y la vuestra, Lucius y Narcissa. Se acaba de casar con el hombre lobo, Remus Lupin. Debéis estar orgullosos.

Todo se quedo en silencio hasta que Dumbledore lo rompió.
-Felicidades Remus, la felicito señorita Tonks.-Dijo con una gran sonrisa en la cara.

Ahí todo exploto.

-SIII, lo sabía, sabía que al final cederías, lo sabia.-Dijo Tonks brincando por todo el comedor.

-Bueno, eres demasiado terca y siempre luchas por lo que quieres, son de las cosas que me gustan de ti.-Dijo Remus Feliz y resignado poniéndose de pie para besar a Tonks. Ella acepto encantada.

-Somos familia Lunático.-Dijo Sirius abrazándolo- Pero cuídala o te las veras conmigo.-Dijo repentinamente serio.

-Claro que lo hare.-Dijo Remus con una gran sonrisa abrazando a Tonks.

-Mira nada mas, Lunático, ya era hora que sentaras cabeza, ahora solo faltas tú canuto.-Dijo James burlándose de Sirius.

-Pues puedes esperar sentado querido cornamenta, siempre seré un hombre libre, sabes perfectamente que no me gustan las ataduras.-Dijo Sirius Feliz de ser soltero y libre.

Hubo una explosión de risas socarronas alrededor de la mesa. Muchos se inclinaron hacia adelante para intercambiar miradas divertidas, unos pocos golpearon la mesa con los puños. La gran serpiente, disgustada por el disturbio, abrió la boca de par en par y siseó furiosamente, pero los mortífagos no lo oyeron, tan jubilosos como estaban ante la humillación de Bellatrix y los Malfoy. La cara de Bellatrix, tan recientemente ruborizada de felicidad, se había vuelto de un feo y manchado rojo.
-No es prima nuestra, mi Señor, -gritó sobre el regocijo-. Nosotros… Narcissa y yo… nunca volvimos a ver a nuestra hermana desde que se casara con el sangre sucia. Esa mocosa no tiene nada que ver con ninguna de nosotras, ni ninguna bestia con la que se haya casado.


-¡El no es ninguna bestia!-Gritaron Tonks, Sirius, James, Lily, Harry, Hermione y los Weasley a excepción de Percy. Remus los vio agradecido.

-¿Qué dices tú, Draco? -preguntó Voldemort, y aunque su voz era queda, fue llevada claramente a través de silbidos y risotadas-. ¿Harás de canguro a los engendros?

¨Eso no pasara, me encantaría ser padre pero nunca condenaría a un pequeño a esta asquerosa maldición¨ pensó Remus con tristeza.

El regocijo creció; Draco Malfoy miraba aterrorizado a su padre, que bajaba la mirada a su propio regazo, entonces captó la mirada de su madre. Ella sacudió la cabeza casi imperceptiblemente, después reasumió su propia mirada impasible hacia la pared opuesta.


-Ya basta, -dijo Voldemort, acariciando a la furiosa serpiente-. Ya basta.
Y la risa murió al instante.


-Muchos de nuestros más antiguos árboles familiares se han vuelto un poco descuidados con el paso del tiempo, -dijo cuando Bellatrix le miró fijamente, sin aliento e implorante-. ¿Qué debes podar y qué no para mantenerlo saludable? Cortas aquellas partes que amenazan la salud del resto.


-Si, mi Señor, -susurró Bellatrix, y sus ojos se inundaron de nuevo con lágrimas de gratitud-. ¡A la primera oportunidad!

-¡Nunca los tocaras maldita desgraciada!-Grito Sirius furioso

-No permitiré que se te acerque siquiera.-Le susurro Remus a Tonks en el oído, ella le respondió con un beso y una gran sonrisa.

-Debes hacerlo, -dijo Voldemort-y en tu familia, al igual que en el mundo… debemos cortar el cáncer que nos infecta hasta que solo los de la sangre auténtica permanezcan…


Voldemort alzó la varita de Lucius Malfoy, apuntándola directamente a la figura que se revolvía lentamente suspendida sobre la mesa, y le dio una pequeña sacudida. La figura volvió a la vida con un gemido y empezó a luchar contra ataduras invisibles.


-¿Reconoces a nuestra invitada, Severus? -preguntó Voldemort.
Snape alzó los ojos a la cara que estaba bocabajo. Todos los mortifagos estaban mirando hacia la cautiva ahora, ya que se les había dado permiso para mostrar curiosidad. Cuando volvió la cara hacia la luz del fuego, la mujer dijo con voz rota y aterrada.


-¡Severus! ¡Ayúdame!

-Detesto decir esto, pero no podría hacer nada ya que lo matarían en un segundo. Admitió Remus.

-Ah, sí, -dijo Snape cuando la prisionera volvió a girar lentamente hacia otro lado.


-¿Y tú, Draco? -preguntó Voldemort, acariciando el hocico de la serpiente con la mano libre de la varita. Draco sacudió la cabeza tirantemente. Ahora que la mujer había despertado, parecía incapaz de seguir mirándola.

Draco se estremeció.

Lucius y Narcissa miraron a su hijo preocupados.

-Pero no tendrás que asistir a sus clases, -dijo Voldemort-. Para aquellos de vosotros que no lo sepáis, nos reunimos aquí esta noche por Charity Burbage quien, hasta recientemente, enseñaba en la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería.

Todos fijaron su vista en la profesora Burbage, suponiendo que leerían su muerte.

Se produjeron pequeños ruidos de comprensión alrededor de la mesa. Una mujer ancha y encorvada con dientes puntiagudos cacareó.


-Si… la profesora Burbage enseñaba a los hijos de brujas y magos todo sobre los muggles…. como no son tan diferentes a nosotros…
Uno de los mortifagos escupió en el suelo. Charity Burbage volvió la cara de nuevo hacia Snape.


-Severus… por favor… por favor.

Snape hizo una mueca, no sabía cómo soportaba ver a su compañera en ese estado y menos ver su asesinato.


-Silencio, -dijo Voldemort, con otro golpe de la varita de Malfoy Charity cayó en silencio como amordazada-. No me alegra la corrupción y contaminación de las mentes de niños magos, la semana pasada la Profesora Burbage escribió una apasionada defensa de los sangre sucia en el Profeta. Los magos, dijo, deben aceptar a ladrones de su conocimiento y magia. La mengua del los purasangre es, dice la Profesora Burbage, una circunstancia de lo más deseable…. Haría que todos nosotros nos emparejáramos con muggles… o, sin duda, con hombres lobo…


Nadie rio esta vez. No había duda de la furia y el descontento en la voz de Voldemort. 

Por tercera vez, Charity Burbage se revolvió para enfrentar a Snape. Corrían lágrimas desde sus ojos hasta su pelo. Snape le devolvió la mirada, impasible, mientras ella giraba otra vez lentamente.


-Avada Kedavra.

Muchos Jadearon, James abrazo a Lily, igual que Arthur a Molly, Remus a Tonks, Bill a Fleur y las otras parejas del Gran Comedor los imitaron.

El destello de luz verde iluminó cada esquina de la habitación. Charity cayó con un resonante golpe sobre la mesa de abajo, que tembló y se partió. Varios de los mortífagos saltaron hacia atrás en sus sillas. Draco cayó fuera de la suya hasta el suelo.
-La cena, Nagini, -dijo Voldemort suavemente, y la gran serpiente se balanceó y se deslizó de su hombro hasta el suelo pulido.


-Ese es el final del capítulo.-Dijo Dumbledore-¿Quién quiere leer el siguiente?

-Si no te molesta, yo lo leo Albus.-Dijo McGonagall estirando la mano.

El director le dio el libro a McGonagall y ella se dispuso a leer el siguiente capítulo.

-El segundo capítulo se llama-Dijo McGonagall leyendo el titulo-En memoria…

Gracias por leer.
Espero que les haya gustado el capitulo.
Perdón si hay algunas faltas de ortografía pero siempre se me escapan varias.
Son geniales, Cuídense :)
¡Nos leemos en la próxima!